Page 149 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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el Tiempo; pero me servía para distinguir periodos
de veinticuatro horas.
Nebogipfel había invocado un refugio en la
plataforma: una choza simple y cuadrada con una
ventana pequeña y una puerta de las que se
dilatan. Me dejó una bandeja de comida y agua, y
me enseñó a conseguir más: empujaba la bandeja
al interior de la superficie —era una sensación
extraña— y pocos segundos después una nueva
bandeja aparecía, llena por completo. Ese proceso
antinatural me inquietaba, pero no disponía de
otra fuente de comida. Nebogipfel también me
mostró cómo introducir objetos en la superficie
para limpiarlos, e incluso limpió sus propios
dedos. Empleaba esa característica para limpiar la
ropa y las botas, pero nunca me atreví a insertar
una parte de mi cuerpo. La idea de meter una
mano o un pie —o aun peor, la cara— en aquella
superficie blanda era más de lo que podía
soportar, y seguí lavándome con agua.
Aún no tenía material para afeitarme; mi barba
había crecido larga y exuberante, pero era una
deprimente masa de color gris hierro.
Nebogipfel me mostró también otros usos de las
gafas. Al tocar de cierta forma la superficie, podía
hacer que aumentasen las imágenes de objetos
lejanos, acercándolas, y haciéndolas tan claras
como si las tuviese delante. Inmediatamente me
puse las gafas y enfoqué lo que creí un grupo de
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