Page 145 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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Levanté el cuello. Al principio sólo pude ver el
cielo y el Sol; podía haber sido cualquier cielo de la
Tierra. Entonces, gradualmente, empecé a
distinguir algo más allá de las nubes. Las manchas
formaban algo así como una acuarela lejana,
pintada con azules, grises y verdes, pero con gran
detalle, por lo que la mayor de las manchas era
empequeñecida por la nube más pequeña. Parecía
un mapa... o varios mapas, cosidos juntos y vistos
en la lejanía.
Y esa analogía fue la que me condujo a la verdad.
—Es el otro lado de la Esfera, más allá del Sol.
Supongo que los colores que veo son los océanos,
los continentes, las cadenas montañosas y las
praderas, ¡puede que incluso ciudades!
Era un espectáculo sorprendente, como si
hubiesen cosido, al igual que pieles de conejo, las
cubiertas de piedra de miles de Tierras. No daba la
impresión de curvatura, tal era la inmensa escala
de la Esfera. Más bien, parecía que me encontraba
entre dos capas, entre aquella pradera de hierba y
la cubierta del cielo dibujado, con el Sol como una
lámpara en medio, ¡y con los abismos del espacio a
una o dos millas bajo mis pies!
—Recuerde que cuando mira al otro lado del
Interior mira a la distancia de la órbita de Venus
—me advirtió Nebogipfel—. A tal distancia, la
misma Tierra no sería sino un punto de luz.
Muchas de las características topográficas en este
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