Page 239 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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—No. Pero eres, o serás, el inventor del arma
más potente que pueda imaginarse: es decir,
la Máquina del Tiempo.
—¿Qué es lo que has venido a decirme?
—Que debes destruir la plattnerita;
encuentra otra línea de investigación. No
debes desarrollar la Máquina del Tiempo.
¡Eso es esencial!
Me miró.
—Es evidente que tienes una historia para
contar. ¿Va a ser larga? ¿Quieres más
brandy, o quizá té?
—No. No, gracias. Seré tan breve como
pueda.
De esa forma comencé mi narración, con un
breve resumen de los descubrimientos que
me habían llevado a la construcción final de
la máquina —y cómo la había utilizado por
primera vez y había viajado a la historia de
los Elois y los Morlocks— y lo que descubrí a
mi regreso, cuando intenté viajar al futuro
una vez más.
Supongo que demostré mi cansancio —no
podía recordar cuántas horas habían pasado
desde que dormí por última vez—, pero a
medida que progresaba mi narración me
animé, y fijé mi atención en la cara sincera y
redonda de Moses iluminada por la luz de
las velas. Al principio era consciente de la
presencia de Nebogipfel, que permaneció
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