Page 242 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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—Mira —dijo—, estoy cansado. He estado en
vela toda la noche, y el brandy no ha
ayudado. Y los dos parece que podríais
necesitar también algo de descanso. Tengo
habitaciones de sobra; los llevaré ...
—Conozco el camino —dije gélido.
Me concedió esa victoria con algo de humor.
—Haré que Mrs. Penforth les lleve el
desayuno... o —siguió diciendo mirando
ahora a Nebogipfel— quizás haré que lo
sirva aquí.
»Venid —dijo—. El destino de la especie
puede esperar unas pocas horas.
Extrañamente tuve un sueño profundo. Me
despertó Moses, que me traía una jarra de
agua caliente.
Había dejado mis ropas dobladas sobre una
silla; después de mis aventuras en el tiempo
ya no valían mucho como vestimenta.
—No creo que pudieses prestarme algo de
ropa, ¿no?
—Puedes coger un abrigo, si quieres. Lo
siento, pero no creo que nada mío te siente
bien.
Me enfureció aquella arrogancia.
—Algún día tú también envejecerás. Y
entonces espero que recuerdes. ¡Oh, no
importa! —dije.
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