Page 326 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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el terrible Techo que nos cubría aquélla
podía haber sido una multitud festiva de
cualquier época, y nuevamente me
sorprendió la resistencia del espíritu
humano.
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LA MÁQUINA PARLANCHINA
Al norte del estanque habían colocado filas
de deslucidas sillas de tela para aquellos que
deseasen ver las noticias proyectadas en el
Techo. La mayoría de las sillas estaba
ocupada; Wallis pagó a un encargado —las
monedas eran fichas de metal mucho más
pequeñas que las de mi época— y nos
sentamos en dos de ellas con la cabeza hacia
atrás.
Los soldados que nos acompañaban se
colocaron en posición a nuestro alrededor,
vigilándonos a nosotros y a la multitud.
Polvorientos dedos de luz llegaron desde los
focos situados (me dijo Wallis) en Portland
Place, y pintaron tonos grises y blancos en el
Techo. Música y voz amplificadas llovieron
sobre la multitud pasiva. En aquella zona
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