Page 371 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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delgado e intenso que luchaba con un
aparador, lleno sin duda de objetos valiosos,
en precario equilibrio sobre una bicicleta. La
rueda de su bicicleta chocaba con piernas y
espaldas.
—¡Vamos! ¡Vamos! —les gritaba a los que
iban por delante de él.
No había signos de una autoridad a cargo de
todo. Si había policías o soldados
seguramente los habían arrollado, o se
habían arrancado las insignias y se habían
unido a la estampida. Vi a un hombre con el
uniforme del Ejército de Salvación; estaba de
pie sobre una escalerilla y gritaba:
—¡Eternidad! ¡Eternidad!
Moses señaló con el dedo.
—Mira. La Bóveda está rota por el este, hacia
Stepney. ¡Vaya con la impenetrabilidad de
ese maravilloso techo!
Tenía razón. Era como si una gran bomba
hubiese abierto un inmenso agujero en la
cáscara de hormigón, cerca del horizonte
oriental. Sobre la herida principal, la Bóveda
se había rajado como una cáscara de huevo,
y se podía ver una banda irregular de cielo
azul casi hasta el cenit de la Bóveda. El daño
todavía no había terminado. Los trozos de
cemento —algunos del tamaño de casas—
llovían por toda aquella sección de la ciudad,
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