Page 380 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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Sufrimos las últimas docenas de yardas hasta
las paredes del Imperial College; allí, para
nuestra desesperación, nos encontramos el
camino bloqueado por un soldado,
enmascarado y armado. Aquel tipo —
robusto, pero claramente sin imaginación—
había permanecido en su puesto, mientras
que los desagües de la calle frente a él se
llenaban de sangre. Abrió los ojos, tras los
protectores discos de cristal, al ver a
Nebogipfel.
No me reconoció e, inexorable, no nos dejaba
pasar sin la autorización adecuada.
Otro silbido atravesó el aire. Todos nos
encogimos —incluso el soldado se llevó el
arma al pecho como un escudo totémico—
pero, esta vez, la bomba cayó a cierta
distancia de nosotros; hubo un resplandor,
un golpe de cristales y un temblor en el
suelo.
Moses se acercó al soldado con los puños
cerrados. Su angustia ante el bombardeo
pareció metamorfosearse en rabia.
—¿Oíste eso, imbécil de uniforme? —
bramó—. ¡Es el caos por todas partes! ¿Qué
proteges? ¿Qué sentido tiene ya? ¿No ves lo
que pasa?
El guardia apuntó el rifle al pecho de Moses.
—Le advierto que...
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