Page 378 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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subsidiarios en el pavimento y las paredes
producto de la metralla.
Y la gente...
En ocasiones el lenguaje es incapaz de
expresar todo el horror de una escena; en
ocasiones la comunicación de los sucesos que
es la base de la sociedad no es posible.
Aquélla era una de esas ocasiones. No podría
comunicar el horror de aquella calle de
Londres a alguien que no lo hubiese
presenciado.
Las cabezas habían sido arrancadas. Una
reposaba sobre el pavimento al lado de una
maleta. La escena estaba cubierta de brazos y
piernas, la mayoría todavía con ropas; allá vi
un miembro que todavía tenía reloj —¡me
pregunté si todavía funcionaba!— y acá, en
una mano pequeña y arrancada que estaba
cerca del cráter, vi dedos doblados hacia
arriba como los pétalos de una flor.
Describirlo suena absurdo, ¡cómico! Incluso
en aquel momento tuve que obligarme a
entender que aquellos componentes sueltos
habían formado, unos pocos minutos antes,
seres humanos, cada uno con vida y
esperanzas propias. Pero esos trozos de
carne fría me parecían tan inhumanos como
los trozos de una bicicleta destrozada que vi
desperdigados por la carretera.
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