Page 382 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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entramos  en  la  calma  relativa  del  Imperial


                  College.


                  —Iremos  directamente  al  doctor  Wallis  —le

                  dije—. No te preocupes. ¡Gracias...!


                  Penetramos  en  el  laberinto  de  pasillos


                  cerrados que ya he descrito.


                  Moses dejó escapar un suspiro de alivio.

                  —Vaya  con  nuestra  suerte  —dijo—,  ¡mira


                  que  toparnos  con  el  único  soldado  que


                  todavía  permanece  en  su  puesto  en  todo  el

                  maldito Londres! El pobre idiota...


                  —¿Cómo  puedes  ser  tan  desdeñoso?  —


                  repliqué—. Es un hombre normal que intenta


                  hacer el trabajo que le han asignado lo mejor

                  que sabe, en medio de todo esto, ¡una locura


                  que  no  es  responsabilidad  suya!  ¿Qué  más


                  quieres de un hombre? ¿Eh?

                  —¡Huh!  ¿Qué  te  parece  imaginación?


                  Instinto, inteligencia, iniciativa...


                  Nos paramos y nos miramos.


                  —Caballeros —dijo Nebogipfel— ¿Es éste un

                  buen momento para mirarse el ombligo?


                  En el rostro de Moses vi un terror vulnerable


                  que  enmascaraba  con  rabia  —mirar  en  sus

                  ojos era como mirar al interior de un animal


                  aterrorizado—,  y  entonces  asentí,  intentado


                  transmitirle seguridad.


                  El momento pasó y nos separamos.










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