Page 443 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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que realizó sin demasiada habilidad, pero
con paciencia y persistencia.
Una vez, en lo más oscuro de la noche,
estaba en un estado medio inconsciente y los
dedos del Morlock palpaban mi cara y
cuello. Imaginé que volvía a estar atrapado
en la Esfinge Blanca y que los Morlocks se
arremolinaban a mi alrededor para
destruirme. Grité, y Nebogipfel se echó atrás;
pero no antes de que levantase la mano y le
golpease en el pecho. Aunque débil,
conservaba fuerzas suficientes para derribar
al Morlock.
Después me deslicé en la inconsciencia.
Cuando desperté de nuevo, Nebogipfel
volvía a estar a mi lado, intentado
pacientemente que tragase un poco de sopa
de marisco.
Con el tiempo, recobré el sentido, y me
encontré apoyado en el jergón. Estaba solo
en el pequeño refugio. El sol estaba bajo,
pero todavía podía sentir el calor del día.
Nebogipfel me había dejado un poco de agua
cerca; la bebí.
La luz fue apagándose, y la calurosa tarde
oscura del trópico cubrió nuestro techo. La
puesta de sol era magnífica, debido, según
me había contado Nebogipfel, al exceso de
cenizas depositado en la atmósfera por los
volcanes del oeste de Escocia. El vulcanismo
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