Page 439 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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robusto; pero no soy joven, y pronto
encontré los límites de mi habilidad atlética.
Con las palmas construí un refugio más
sustancial, de ramas caídas cubiertas con
palmas. Hice un gran sombrero de palmas
para Nebogipfel. Cuando se sentaba a la
sombra con aquello atado a la barbilla,
desnudo por completo, parecía absurdo.
En lo que a mí respecta, siempre he tenido la
piel pálida, y después de los primeros días
sufría mucho por mi exposición al sol, y
aprendí a ser precavido. La piel se me caía de
la espalda, de los brazos y de la nariz. Me
dejé crecer la barba para protegerme la cara,
pero los labios se me hincharon, y lo peor fue
la intensa quemadura en la calva. Me
acostumbré a lavarme las quemaduras y a
llevar el sombrero y lo que quedaba de la
camisa durante todo el día.
Un día, después de un mes de aquello,
mientras me afeitaba (empleaba trozos del
coche del tiempo como cuchilla. y espejo),
comprendí, de pronto, lo mucho que había
cambiado. Mis dientes y ojos brillaban
blancos en una cara marrón, mi estómago
estaba tan plano como en mis días de
universidad y caminaba con un sombrero de
palmas, pantalones cortos y descalzo, con
total naturalidad.
Me volví hacia Nebogipfel.
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