Page 498 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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Sobre la jungla, el Messerschmitt ladeó y
volvió de nuevo, volando como un pájaro
depredador de metal y petróleo; la artillería
disparaba a die Zeitmaschine y las balas se
convertían en nubes de humo, que se
deslizaban por el aire del Paleoceno.
Debo admitir que me emocionaba aquel
encuentro aéreo —el primero que había
visto—. Mi mente se llenaba de imágenes de
los conflictos que debían de llenar los aires
de Europa en 1944: vi hombres que
cabalgaban los vientos y que mataban y
caían como los ángeles de Milton. Aquélla
era la apoteosis de la guerra, pensé: ¿qué era
la brutal miseria de las trincheras comparada
con aquel triunfo noble, con aquel
precipitado descenso a la gloria o la muerte?
El Messerschmitt hizo una espiral para evitar
los proyectiles, casi con tranquilidad, y
comenzó a elevarse. En lo más alto pareció
flotar, sólo durante un momento, a cientos de
pies por encima de la tierra.
Entonces vi que la bomba —el letal
contenedor de metal pintado de azul— se
separaba de su padre, con delicadeza, y
comenzaba a caer.
Una bomba surgió del bosque y abrió un
agujero en un ala de la máquina voladora.
Hubo una erupción de llamas, y die
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