Page 500 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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así era tan fuerte que tuve que cubrirme los
oídos con las manos; grité, y las burbujas
escaparon de mi boca y me rozaron la cara.
El fragor inicial se apagó, pero el rugido
continuó. Pronto agoté el aire, y tuve que
sacar la cabeza fuera del agua. Respiré
hondo, y me quité el agua de los ojos.
El ruido era muy fuerte. La luz que venía del
bosque era demasiado intensa, pero mis ojos
conservaban la impresión de una gran bola
de fuego carmesí que parecía girar, en medio
del bosque, como algo vivo. Los árboles
habían quedado convertidos en astillas
alrededor de aquel fuego, y fragmentos
enormes de dipterocarpo se elevaban en el
aire con la misma facilidad que las cerillas.
Vi animales que corrían, huyendo del terror
de la tormenta: una familia Diatryma, con las
plumas revueltas y chamuscadas, huyó hacia
el agua; allí también venía un Pristichampus,
un hermoso adulto, golpeando la arena con
los pies.
Ahora parecía que la bola de fuego atacaba a
la misma tierra, como si penetrase en ella.
Del corazón del bosque destruido, volaban
por los aires soplos de vapor incandescente y
fragmentos de roca; todos estaban
claramente saturados de carolinio, ya que
cada uno era el centro de una energía
arrasadora y candente, por lo que era como
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