Page 604 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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Pensé en la distancia que me separaba de los
habitantes de aquel mundo. Desde la
fundación de Primer Londres se habían
sucedido cincuenta millones de años de
desarrollos, más de cien veces la distancia
evolutiva entre el Morlock y yo. En
distancias tan inimaginables, el tiempo
queda comprimido —de la misma forma que
los estratos sedimentarios se apretan los
unos sobre los otros debido al peso de los
depósitos superiores— hasta que el intervalo
entre julio César y yo, o incluso entre el
primer representante de genero Homo que
caminó sobre la Tierra y yo —que desde mi
punto de vista parecía tan inmenso— se
hacía prácticamente inexistente.
Considerando todo eso, pensé, mis invisibles
anfitriones habían hecho un trabajo muy
bueno intentando descubrir qué condiciones
me serían más cómodas.
En cualquier caso, ¡parecía que mis
expectativas, después de todas mis
experiencias, todavía estaban ancladas en mi
propio siglo, y en una parte minúscula del
globo! Una idea humillante —una prueba de
mi pequeñez de espíritu—, y dediqué algo
de tiempo, reacio, a la meditación interior.
Pero no soy por naturaleza un hombre
reflexivo y pronto me encontré nuevamente
irritado por las condiciones de mi encierro.
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