Page 59 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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de los árboles y los picos de las distantes montañas ondu‐


        laban más allá de los flotantes vapores. El día se presentaba

        sin nubes. La débil brisa de la mañana arrastraba consigo

        todavía huellas del frío nocturno. El zumbar y resonar y


        chirriar de la jungla acompañaron a los monjes mientras

        caminaban. El monasterio del que habían partido era tan


        sólo parcialmente visible por encima de las copas de los ár‐

        boles; por encima de él, muy alta en el aire, una retorciente

        línea de humo pretendía llegar al cielo.


           Los servidores de Ratri llevaban su litera en medio del

        grupo de monjes, sirvientes y su pequeña guardia de gue‐

        rreros.  Sam  y  Yama  caminaban  cerca  de  la  cabeza  del


        grupo.  Silencioso,  sobre  sus  cabezas,  les  seguía  Tak,  pa‐

        sando sin ser visto por entre hojas y ramas.


           –La pira sigue ardiendo –dijo Yama.

           –Sí.

           –Incineran al vagabundo que sufrió un ataque al corazón


        mientras descansaba entre ellos.

           –Cierto.

           –Considerando la improvisación, tu sermón fue cautiva‐


        dor.

           –Gracias.

           –¿Crees realmente en lo que predicaste?


           Sam se echó a reír.

           –Soy muy crédulo en lo que se refiere a mis propias pala‐


        bras. Creo todo lo que digo, pese a saber que soy un men‐

        tiroso.

           Yama bufó.




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