Page 431 - Hijos del dios binario - David B Gil
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quinientos euros». Aquello no parecía inquietar lo
más mínimo a Daniel, que aceleró en pos de la
próxima salida que le indicaba el navegador.
Abandonaron la autopista y llegaron a
Mirasierra, el barrio residencial donde vivía Javier.
El magnífico chalé que ahora compartía con Silvia,
al igual que el puesto de director en la clínica, lo
había heredado de su padre cuando este se jubiló y
cambió Madrid por la costa menorquina.
El vehículo aminoró la marcha al entrar en las
amplias calles residenciales flanqueadas por largas
hileras de abetos y naranjos. Chalés y mansiones se
asomaban tras muros de piedra que pretendían dar
un carácter rústico al urbanismo, como si aquello
hiciera parecer a la zona menos ostentosa.
Finalmente, Daniel se detuvo frente al chalé
marcado en el mapa con un parpadeante punto
naranja.
—¿Es aquí?
—Sí —respondió Alicia—. Espéreme, no voy a
tardar mucho.
—Ni hablar, no pienso perderla de vista —dijo
él, bajándose también del coche.
Alicia se aproximó al portón y pulsó el botón
de llamada. Daniel la observaba con curiosidad:
tenía las manos metidas en los bolsillos de la
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