Page 461 - Hijos del dios binario - David B Gil
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utilizar un vuelo privado, pero el único avión de
que disponíamos en Europa lo ha visto partir hace
unos minutos. Solo nos queda viajar por carretera.
—Hasta Marsella.
—Sí, hasta Marsella —corroboró Daniel, sus
pasos resonando ya entre las hileras de vehículos
estacionados. Se detuvo junto a la puerta del
Volkswagen y, antes de abrirla, preguntó—:
¿Seguro que se siente capacitada para esto, Alicia?
Ella rodeó el coche y apoyó las manos
entrelazadas sobre el techo.
—Creo que hasta ahora, sin los recursos de los
que alardea, he llegado bastante más lejos que
usted y sus amigos.
Daniel unió los labios en gesto de asentimiento.
—De cualquier modo, supongo que pronto lo
descubriremos —sentenció.
Alicia dormitaba a duras penas, recostada en la
plaza del acompañante. El murmullo del motor y el
cimbreo de la suspensión resultaban agradables,
incluso podrían haber llegado a tener un efecto
sedante si lo vivido en las últimas horas no le
hubiera destrozado los nervios. Mientras se
removía incómoda en su asiento reclinado, lanzaba
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