Page 463 - Hijos del dios binario - David B Gil
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—Razonable, quizás. Encantador, le aseguro
que no. No, al menos, cuando lo conoces bien.
Daniel prefirió no hurgar en esa herida;
necesitaba entablar una relación cómoda con ella si
debían colaborar, ni demasiado íntima ni
demasiado distante. Conectó un momento el
navegador para abrir una lata de café frío y le
ofreció una a Alicia, que la rechazó con un gesto de
la mano.
—Explíqueme algo —dijo Alicia desde debajo
de su manta—: ¿Cómo dio conmigo? Si no hubiera
sido por eso..., bueno, no sé cómo habría acabado la
noche.
—¿Eso es un «gracias»? —preguntó él con
sorna.
—No. Eso es un «¿cómo coño supo quién era y
que estaba investigando a Fenris?».
—De nada, entonces. Ha sido un placer.
—En serio, ¿cómo me encontró?
Daniel sonrió y sorbió de la lata de café antes
de responder.
—Cuando tienes las herramientas necesarias, es
sencillo.
—¿Las herramientas necesarias?
—Digamos que hice un poco de espeleología de
datos y encontré en la Red el correo que le envió
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