Page 719 - Hijos del dios binario - David B Gil
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en su extremo, demasiado cortas, no obstante,
como para servir de arma. Ignorando tan extrañas
herramientas, se hizo con una de las linternas y se
encaminó hacia la puerta, preparado para
comprobar si era la salida que estaba buscando.
Apoyó la mano sobre el cierre de seguridad y
empujó.
Al otro lado le aguardaba una oscuridad
inflamada de un calor eléctrico, y tal como había
predicho su amigo, una escalera que se hundía en
profundidades insondables. Empezó a descender,
sus dedos siempre en contacto con la pared, y
cuanto más bajaba, más perceptible se hacía el
constante rumor de los disipadores de calor y del
flujo energético. Hasta que los escalones cesaron y
la angosta bajada se abrió a un corredor flanqueado
por torres de silicio y fibra óptica. Eran los
servidores de St. Martha, el cerebro que controlaba
aquel lugar, guardados tras la puerta más segura y
enterrados en el más profundo sótano para facilitar
su refrigeración.
Nicholas encendió la linterna y comenzó a
recorrer la galería, buscando con el haz de luz una
última cámara de vigilancia. Pero, en efecto, no
había ninguna: aquello habría sido «un diseño
redundante», según lo definió Eugene, así que se
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