Page 724 - Hijos del dios binario - David B Gil
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repleta  de  láminas  de  silicio  y  trenzas  de  fibra


           óptica.  No  necesitaba  nada  más,  de  modo  que  se


           sentó  en  el  suelo  y  se  aplicó  con  la  cuña  y  el


           taladro,  tal  como  le  había  enseñado  Eugene  y  él



           había  practicado  al  amparo  de  la  arboleda  en  las


           tardes  menos  húmedas.  En  aquel  entorno  seco  y


           caluroso la yesca prendió fácilmente. Antes de que


           la pequeña bola de fuego se consumiera, metió la


           mano bajo su sudadera y extrajo su única posesión:


           el cuento que Edith le había legado justo antes de


           desaparecer de su vida.



                  Contempló  por  última  vez  al  joven  Relator,


           envuelto  en  su  manto  de  rey  y  apoyado  en  su


           cayado, con la mirada perdida allá donde otros no


           alcanzaban a ver. Una repentina tristeza lo invadió,


           pero  no  cedió:  aproximó  las  hojas  a  la  ardiente


           yesca  y  las  llamas  saltaron  al  papel.  Sin  tiempo


           para más despedidas, lo depositó en el interior de


           la  bandeja  del  servidor  y  empujó  el  cajón  sin


           cerrarlo  del  todo,  para  que  el  oxígeno  pudiera



           alimentar  el  incipiente  fuego.  Esperaba  que  fuera


           suficiente. El silicio debía arder, el cobre y la fibra


           óptica también, y la red de datos que recorría todo


           el  edificio  distribuiría  el  fuego  hacia  las  plantas


           superiores,  ajeno  al  sistema  contraincendios  que


           empaparía los pasillos.




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