Page 823 - Hijos del dios binario - David B Gil
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Capítulo 25
La visión de un solo hombre
En las profundidades del valle de Leukerbad, al
amparo de los grandes picos nevados, se eleva el
Rinderburg Thermal, uno de los hoteles de lujo de
la rama hostelera de Fenris‐Vanagard y sede
habitual de los consejos de administración del
grupo. En el amplio solárium al aire libre,
confrontado con la inmensidad de los Alpes Suizos,
un anciano ocupaba la única mesa que no se había
retirado aquella tarde. Ludwig Rosesthein quería
estar solo, necesitaba el abrazo de la montaña, que
su imponente silencio le calara hasta los huesos,
pues se hallaba hastiado del ruido del mundo. Y
aun así, en su mesa había una silla libre.
Se llevó la copa de agua helada a los labios y,
con gesto feroz, masticó el hielo mientras releía una
de las líneas subrayadas por sus asesores: «El
coloso industrial utilizó sociedades interpuestas
para financiar durante décadas los programas de
experimentación genética con niños, siempre bajo
el impulso y la supervisión del propio Ludwig
Rosesthein». Sonrió al leerlo, desafiante. El
reportaje estaba firmado por William Ellis y Alicia
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