Page 825 - Hijos del dios binario - David B Gil
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se  planteara  dejarlo  caer.  Para  él,  sin  embargo,  el


           daño resultaba devastador.


                  Escuchó  pasos  a  su  espalda,  sobre  el  suelo  de


           madera  calefactada,  y  no  necesitó  girar  la  cabeza



           para  saber  quién  se  aproximaba.  Esperó  a  que  el


           recién llegado se sentara junto a él antes de hablar:


                  —Por  un  momento  creí  que  tendrías  la


           elegancia de no venir a cobrarte tu presa.


                  —Muestro  la  misma  piedad  que  tú  mostraste


           con mi padre —dijo Kenzõ Inamura.


                  —Por supuesto. Supongo que esto es a lo que



           llamáis karma.


                  Inamura se inclinó sobre su silla y permaneció


           un instante en silencio, observando junto al anciano


           el  bosque  montañoso  sepultado  bajo  una  espesa


           capa de invierno.


                  —Hay algo que no entiendo —comentó al fin—


           :  A  pesar  de  lo  que  en  estos  momentos  clama  el


           resto del mundo, sé que no eres un demente. Todo


           lo  que  haces  responde  a  un  motivo  racional.  ¿Por



           qué esta monstruosidad, Ludwig?


                  —¿Me crees un monstruo?


                  Inamura desvió la mirada hacia la pantalla que


           Rosesthein  había  dejado  sobre  la  mesa.  Las  líneas


           de texto reverberaban en la difusa luz de la tarde.


                  —No veo otra manera de calificarlo.




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