Page 824 - Hijos del dios binario - David B Gil
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Lagos,  se  había  publicado  a  primera  hora  de  la


           mañana  en  la  web  de  Progreso  y,  horas  después,


           una  versión  en  inglés  en  el  London  Standard.  Se


           trataba de un texto hábilmente urdido: comenzaba



           utilizando  el  testimonio  de  los  críos  fugados  para


           empatizar  con  el  lector,  para  ganarse  a  la  masa


           biempensante,  siempre  dispuesta  a  horrorizarse


           ante  cualquier  historia  que  implique  a  niños,  y


           continuaba  exponiendo  una  serie  de  acusaciones


           sobre  prácticas  monopolísticas,  evasión  fiscal,


           financiación  ilegal  de  proyectos  clandestinos...  La



           señora Lagos se había permitido, incluso, deslizar


           una  detallada  relación  de  las  empresas  del  grupo


           más  expuestas  públicamente,  de  modo  que  a  las


           pocas  horas  había  llamamientos  al  boicot  desde


           todos los rincones de la Red.


                  El  dardo  había  sido  bien  afilado  y  se  había


           lanzado  con  precisión,  pero  Rosesthein  sabía  que


           las  consecuencias  para  el  Grupo  Fenris  serían


           mínimas:  las  acciones  bajarían  durante  algunas



           jornadas,  sus  empresas  dedicadas  a  bienes  de


           consumo                  venderían                 menos               mientras                las


           plataformas  de  opinión  se  cebaran  con  ellas,  pero


           en  cuestión  de  meses,  quizás  de  semanas,  todo


           regresaría  a  la  normalidad.  Había  creado  un


           monstruo demasiado grande como para que nadie




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