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2.3. Norma y uso

                                              La norma representa el modelo ideal que todos los hablantes de una lengua
                                              tienen que conocer, el que debe usarse en los medios de comunicación, ám-
                                              bitos académicos, científicos y administrativos. La norma se acerca al nivel
                                              culto. La comunidad de hablantes de una lengua debe interpretar que el em-
                                              pleo de la norma, es decir, el uso correcto y cuidado del idioma, es una marca
                                              de prestigio social. La existencia de una norma común a todos los hablantes
                                              de una lengua confiere a esta estabilidad y unidad como instrumento de co-
                                              municación.

La variedad estándar está estrechamente       El proceso por el que se establece la norma lingüística se llama normativiza-
relacionada con la norma. Es la variedad      ción. Esta labor es realizada por las diferentes academias de la lengua repar-
que se impone en una comunidad                tidas por los países hispanohablantes, de las cuales forma parte la RAE (Real
lingüística como lengua de comunicación       Academia Española). Todas ellas, veintitrés en total, están asociadas en la
por encima de las variedades sociales y       ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española). Fruto del trabajo
geográficas, y siempre se ajusta a las        consensuado de esta asociación y de los filólogos que trabajan en ellas, son
normas del uso correcto de la lengua.         la Nueva gramática de la lengua española (2009-2011), la Ortografía de la
                                              lengua española (2010), El buen uso del español (2013) o la 23.ª edición del
                                              Diccionario de la lengua española (2014).

                                              No obstante, el trabajo de normativización de los académicos debe tener en
                                              cuenta el uso de la lengua que hacen sus hablantes y los cambios que esta pa-
                                              dece con el paso del tiempo. Si la norma no recogiera estas variaciones, au-
                                              mentarían las diferencias entre la norma y el uso real de sus hablantes y se
                                              produciría una disgregación lingüística en función de las variedades geográ-
                                              ficas. Algo similar le ocurrió al latín, que como no adaptó su norma a la len-
                                              gua de sus hablantes (latín vulgar) y siguió enseñando en las escuelas una
                                              lengua alejada de la realidad (latín culto), acabó descomponiéndose en las lla-
                                              madas lenguas romances.

                                              Por consiguiente, la norma es permeable, puede y debe cambiar a lo largo del
                                              tiempo, y será el uso de la lengua el que determine estos cambios, por lo que
                                              norma y uso de la lengua se retroalimentan y complementan.

Fachada del edificio sede de la RAE (Madrid)
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