Page 122 - Viaje A Un Planeta Wu-Wei - Gabriel Bermudez Castillo
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Viaje a un plan eta Wu -Wei                               Gabri e l Berm údez Casti llo


            tierra, y el rumor de ésta al caer en un montón.


               Se levantó, pasándose las manos por los ojos. Vio que

            el sol estaba bastante alto en el horizonte; miró el reloj;


            eran las once y media. Mientras miraba a su alrededor,

            un nubarrón plomizo ocultó el disco del sol. Era un día

            triste, con poca luz, con el cielo muy cubierto.


               El  carromato  arrojaba  al  cielo,  desde  su  parte


            delantera,  un  torrente  de  humo,  acompañado  de  los

            resoplidos y los sonidos metálicos que oyera. Los dos

            bueyes permanecían inmóviles en donde cayeran, ya


            cubiertos  de  moscas,  que  zumbaban  ominosamente.

            En  las  alturas,  varios  pajarracos  grandes,  de  aspecto

            dañino, planeaban ávidamente, esperando que las dos


            bestias muertas quedasen abandonadas.


               —¿Te han molestado las bestias siniestras, joven? —

            preguntó el Manchurri, asomando la greñuda cabeza


            por una de las ventanas delanteras.


               —¿El qué?


               —Las bestias siniestras. Son unos pajarracos bastante

            robustos que bajan de las montañas... Alguna vez los


            he  visto...  y  la  verdad,  no  me  apetecería  que  me

            cogieran a solas... Las bestias siniestras de la noche...

            ¡puaf!



               A cincuenta metros estaban apilados los cadáveres de

            los bandidos, y el Vikingo, pausadamente, al parecer


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