Page 124 - Viaje A Un Planeta Wu-Wei - Gabriel Bermudez Castillo
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Viaje a un plan eta Wu -Wei Gabri e l Berm údez Casti llo
hierro, con estrechas ventanas, como aspilleras,
abiertas en toda su longitud. Esto explicaba los escasos
daños que habían sufrido los tres hombres. En cuanto
a la parte delantera, había dos grandes ventanales a los
lados, y uno delante. Algo como un tubo ennegrecido,
semi inclinado, sujeto de cualquier manera al techo del
carromato con alambres y cuerdas, se levantaba desde
allí, exhalando rítmicas bocanadas de humo blanco.
El Manchurri abrió una puerta e hizo una seña
cariñosa a Sergio. Este, lleno de desconfianza, subió a
la parte delantera. Había varios asientos de madera
basta, llenos de grasa, y en el centro una especie de
caldera ventruda y llena de hollín, de donde surgía el
negro tubo, atravesando el techo. Un conjunto de
bielas, piñones y cilindros, a uno de los lados,
desaparecía bajo el suelo del vehículo, posiblemente
conectado con las ruedas... El Manchurri arrojaba tacos
de madera en un hornillo, bajo aquella máquina, que
temblaba y expelía un calor inaguantable... Si a eso se
sumaban los hedores indescriptibles procedentes del
Manchurri y de los mugrientos bancos y paredes, el
lugar era capaz de privar del olfato a cualquiera en
breves minutos...
—Antes —dijo el Manchurri— tenía un mecanismo
de pedales de bicicleta... y le llamaba a esto el autociclo,
porque cuando el bicho o lo que fuese que tiraba del
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