Page 103 - iIndependencia 1849-1856.
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La mediación extranjera en las guerras dominicanas de independencia	  103

            totalidad o sobre una porción de la República Dominicana. Le
            hablé sobre las principales quejas que tenemos sobre las intrigas del
            Cónsul inglés en Santo Domingo, el cual, según el Sr. Place, ha
            propuesto a los dominicanos el protectorado de Gran Bretaña. A
            esto, Lord Palmerston me respondió sonriendo lo siguiente: «He re-
            cibido de nuestro Cónsul exactamente las mismas quejas contra el
            suyo. El acusa al Sr. Place de haber trabajado de todas las formas
            posibles para instalar en Santo Domingo el Protectorado Francés.20

    Parece que los cónsules, actuando fuera de las instrucciones
de sus respectivas cancillerías, maniobraban uno contra el otro
en lo tocante al posible protectorado y querían, si este se logra-
ba, tener la gloria de haberlo fomentado, aun por encima de los
deseos y órdenes de sus respectivos gobiernos. De otro modo no
se entiende que ante posiciones tan claras de sus respectivos can-
cilleres, los cónsules de Francia y Gran Bretaña continuaran, cada
uno por su lado, instigando a los dominicanos a ponerse bajo la
protección de sus respectivos gobiernos.

    Pero es que también los dominicanos se esforzaban en com-
plicar las cosas, y se contradecían en sus actuaciones frente a los
cónsules que estaban representados ante el Gobierno. Ellos nego-
ciaban las mismas cosas con dos o más cónsules simultáneamente.

     Tocante al proceso de la mediación, el ministro de Relaciones
Exteriores dominicano, Manuel del Monte, en carta al agente es-
pecial de Estados Unidos, Benjamin Green, del 24 de enero de
1850, le indicaba:

                 Tengo el encargo de mi gobierno de comunicarle que, deseosos
            de poner fin a la guerra cruel, que hemos sostenido contra los hai-
            tianos desde el momento de nuestra gloriosa separación, veríamos
            con placer conseguir la intervención de la poderosa nación an-
            gloamericana que Ud. representa. Nos preocupa la obtención de
            la paz que resulta tan necesaria para el progreso físico y moral de

20	 E. Rodríguez Demorizi, Correspondencia del cónsul, tomo II, p. 244.
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