Page 43 - La muerte de Artemio Cruz
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odiándome  en  la  miseria,  insultándome  en  la  pobreza?  Imagínense  sin  mi  orgullo,
                  fariseas, imagínense perdidas en esa multitud de pies hinchados, esperando eternamente
                  un camión en todas las esquinas de la ciudad, imagínense perdidas en esa multitud de
                  pies  hinchados,  imagínense  empleadas  en  un  comercio,  en  una  oficina,  tecleando
                  máquinas,  envolviendo  paquetes,  imagínense  ahorrando  para  comprar  un  coche  en
                  abonos,  prendiendo  veladoras  a  la  Virgen  para  mantener  la  ilusión,  pagando
                  mensualidades de un terreno, suspirando por un refrigerador, imagínense sentadas en un
                  cine de barrio todos los sábados, comiendo cacahuetes, tratando de encontrar un taxi a la
                  salida, merendando fuera una vez al mes, imagínense con todas las justificaciones que
                  yo  les  evité,  imagínense  teniendo  que  gritar  como  México  no  hay  dos  para  sentirse
                  vivas,  imagínense  teniendo  que  sentirse  orgullosas  de  los  sarapes  y  Cantinflas  y  la
                  música de mariachi y el mole poblano para sentirse vivas, ah-jay, imagínense teniendo
                  que confiar realmente en la manda, la peregrinación a los santuarios, la eficacia de la
                  oración para mantenerse vivas.
                      —Domine, non sum dignus...
                      «—Salud.  Primero,  quieren  cancelar  todos  los  empréstitos  de  bancos
                  norteamericanos  al  Ferrocarril  del  Pacífico.  ¿Sabe  usted  cuánto  paga  anualmente  el
                  Ferrocarril por los intereses sobre los empréstitos? Treinta y nueve millones de pesos.
                  Segundo, quieren correr a todos los consejeros de la rehabilitación de los ferrocarriles.
                  ¿Sabe cuánto ganamos? Diez millones al año. Tercero, quieren correr a todos los que
                  administramos los empréstitos norteamericanos a los ferrocarriles. ¿Sabe usted cuánto
                  ganó y cuánto gané yo el año pasado...?
                      »—Three million pesos each...
                      »—Eso  mismo.  Y  no  termina  allí  la  cosa.  Haga  el  favor  de  telegrafiarle  a  la
                  National  Fruits  Express  que  estos  líderes  comunistas  quieren  cancelar  el  alquiler  de
                  carros refrigeradores que le reporta a la compañía veinte millones de pesos anuales y a
                  nosotros una buena comisión. Salud.»
                      Jé.  Jé.  Eso  estuvo  bien  explicado.  Tarugos.  Si  no  les  defiendo  yo  sus  intereses,
                  tarugos.  Oh,  lárguense  todos,  déjenme  oír.  A  ver  si  no  me  entienden.  A  ver  si  no
                  comprenden lo que quiere decir un brazo doblado así...
                      «—Toma asiento, pollita. Ahora te atiendo. Díaz: tenga mucho cuidado que no se
                  vaya a filtrar una sola línea sobre la represión de la policía contra estos alborotadores.
                      »—Pero parece que hay un muerto, señor. Además, fue en el centro mismo de la
                  ciudad. Va a ser difícil...
                      »—Nada, nada. Son órdenes de arriba.
                      »—Pero sé que una hoja de los trabajadores va a publicar la noticia.
                      »—¿Y  en  qué  está  pensando?  ¿No  le  pago  yo  para  pensar?  ¿No  le  pagan  en  su
                  fuente para pensar? Avise a la Procuraduría para que cierren esa imprenta...»
                      Qué poco necesito para  pensar. Una chispa. Una chispa para dar vida  a  esta red
                  compleja, enorme. Otros seres necesitan una generación eléctrica que a mí me mataría.
                  Necesito  navegar  en  aguas  turbias,  comunicarme  a  largas  distancias,  repeler  a  los
                  enemigos. Ah sí. Gira eso. No me interesa.
                      «—María Luisa. Este Juan Felipe Couto, como siempre, quiere pasarse de listo... Es
                  todo, Díaz... Pásame el vaso de agua, muñeca. Digo: quiere pasarse de listo. Igual que
                  con Federico Robles, ¿te acuerdas? Pero conmigo, no se va a poder...
                      »—¿Cuándo, mi capitán?
                      »—Obtuvo  con  mi  ayuda  la  concesión  para  construir  esa  carretera  en  Sonora.
                  Incluso lo ayudé para que le aprobaran un presupuesto como tres veces superior al costo
                  real de la obra, en la inteligencia de que la carretera pasaría por los distritos de riego que

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