Page 72 - La muerte de Artemio Cruz
P. 72

rellenos, en las sopas que me gustan tanto, casi tanto como los postres, ah sí, siempre fui
                  muy dulcero  y  aquí  los  dulces  son  deliciosos, dulces  de almendra  y piña, de  coco  y
                  leche  cuajada,  ah,  ah,  leche  quemada  también,  chongos  zamoranos,  pienso  en  los
                  chongos zamoranos, frutas cristalizadas, y huachinangos, robalos, lenguados, pienso en
                  ostras y jaibas
                      —Cruzamos el río a caballo. Y llegamos hasta la barra y el mar. En Veracruz,
                      perceves y calamares, pulpos y ceviches, pienso en la cerveza, amarga como el mar,
                  la cerveza, pienso en el venado yucateco, en que no soy viejo, no, aunque un día lo fui,
                  frente a un espejo, y los quesos podridos, cómo me gustan, pienso, quiero, cómo me
                  alivia  esto,  cómo  me  aburre  escuchar  mi  propia  voz  exacta,  insinuante,  autoritaria,
                  desempeñando  ese  mismo  papel,  siempre,  qué  tedio,  cuando  podría  estar  comiendo
                  comiendo: como, duermo, fornico y lo demás ¿qué? ¿qué? ¿qué?, ¿quién quiere comer
                  dormir fornicar con mi dinero? tú
                      Padilla y tú Catalina y tú Teresa y tú Gerardo y tú Paquito Padilla, ¿así te llamas?,
                  que te has de estar comiendo los labios de mi nieta en la penumbra de mi sala o de esta
                  sala, tú que eres joven todavía, porque yo no vivo aquí, ustedes son jóvenes, yo sé vivir
                  bien, por eso no vivo aquí, yo soy un viejo, ¿eh?, un viejo lleno de manías, que tiene
                  derecho a tenerlas porque se chingó, ¿ven?, se chingó chingando a los demás, escogió a
                  tiempo, como aquella noche, ah ya la recordé, aquella noche, aquella palabra, aquella
                  mujer:  que  me  den  de  comer:  por  qué  no  me  dan  de  comer:  lárguense:  ay  dolor:
                  lárguense: chinguen a su madre:




                      TÚ la pronunciarás: es tu palabra: y tu palabra es la mía; palabra de honor: palabra
                  de  hombre:  palabra  de  rueda:  palabra  de  molino:  imprecación,  propósito  saludo,
                  proyecto de vida, filiación, recuerdo, voz de los desesperados, liberación de los pobres,
                  orden de los poderosos, invitación a la riña y al trabajo, epígrafe del amor, signo del
                  nacimiento, amenaza y burla, verbo testigo, compañero de la fiesta y de la borrachera,
                  espada  del  valor,  trono  de  la  fuerza,  colmillo  de  la  marrullería,  blasón  de  la  raza,
                  salvavida de los límites, resumen de la historia: santo y seña de México: tu palabra:
                      —Chingue a su madre
                      —Hijo de la chingada
                      —Aquí estamos los meros chingones
                      —Déjate de chingaderas
                      —Ahoritita me lo chingo
                      —Andale, chingaquedito
                      —No te dejes chingar
                      —Me chingué a esa vieja
                      —Chinga tú
                      —Chingue usted
                      —Chinga bien, sin ver a quién
                      —A chingar se ha dicho
                      —Le chingué mil pesos
                      —Chínguense aunque truenen
                      —Chingaderitas las mías
                      —Me chingó el jefe
                      —No me chingues el día
                      —Vamos todos a la chingada
                      —Se lo llevó la chingada

                 E-book descargado desde  http://mxgo.net  Visitanos y baja miles de e-books Gratis /Página 72
   67   68   69   70   71   72   73   74   75   76   77