Page 129 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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MORTON.- Sois demasiado grande para que yo os contradiga. Por
demás exacto es vuestro presentimiento, por demás reales vuestros
temores.
NORTHUMBERLAND.- Sí, pero todo eso no me asegura que Percy
haya muerto. Veo una extraña confesión en tus ojos, inclinas la cabeza
y juzgas peligroso o culpable hablar la verdad. Si ha muerto, dilo; no
ofende la palabra que anuncia su muerte; hay culpa en calumniar un
muerto, no la hay en anunciar que la vida ha cesado. Sin embargo,
ingrato oficio es el del primero que trae una afligente noticia; su voz
tiene el fúnebre sonido de la campana que nos trae el recuerdo del
amigo perdido.
BARDOLPH.- No puedo creer, milord, que vuestro hijo haya muerto.
MORTON.- Lamento verme obligado a forzar vuestra fe en lo que
Dios lo sabe, habría querido no haber visto. Pero estos mis ojos le
vieron ensangrentado, contestando ya sin fuerzas, extenuado, sin
aliento, los golpes de Harry Monmouth, cuyo ímpetu furioso derribó a
tierra al nunca vencido Percy, quien ya no se levantó con vida. Breve,
la muerte de Hotspur, (cuyo espíritu inflamaba hasta al más tosco
paisano de su ejército) habiéndose esparcido, heló el valor mejor
templado de sus tropas. Porque era su temple el que aceraba su
partido; caído él, el resto se abatió como macizo y pesado plomo. Y así
como una masa lanzada por fuerza vigorosa vuela con mayor rapidez
cuan más pesada es, así nuestros hombres, agobiados por la pérdida de
Hotspur, dieron a su peso tal ligereza con el pánico que, más rápidos
que la flecha que busca la cibla, buscaron la salvación en la fuga. Fue
entonces que bien pronto cayó prisionero el noble Worcester; y el
furioso escocés, el sangriento Douglas, cuya espada laboriosa por tres
veces había muerto al espectro del rey, sintió flaquear el corazón y
honró a los que volvieron la espalda, mezclándose en sus filas. En su
huida, el temor le hizo tropezar y fue tomado. El resumen de todo es
que el rey ha triunfado y ha enviado una columna ligera contra vos,
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