Page 130 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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milord, bajo el mando del joven Lancaster y de Westmoreland. Estas
son todas las noticias.
NORTHUMBERLAND.- Sobrado tiempo tendré para lamentarme; el
veneno entraña su remedio. Si hubiera estado bueno, esas noticias me
habrían enfermado; enfermo, en cierta manera me han restablecido. Y
así como el miserable cuyas coyunturas febricientes, semejantes a
frágiles bisagras, se doblan bajo la vida, de pronto, en el ímpetu de un
acceso, se escapa como el rayo de los brazos de sus guardianes, tal así
mis miembros, agobiados por el dolor, pero por el dolor
sobreexcitados, tienen triple energía. Lejos de mí, pues, débil muleta!
Ahora, un guantelete escamoso, de junturas de acero, debe cubrir mi
mano. Lejos de mí, gorro de enfermo! Eres muy débil defensa para
una cabeza que aspiran a herir príncipes hartos de triunfos! Ahora
ceñid de hierro mi frente y que la hora más funesta que puedan traer
el tiempo y la venganza, se avance amenazante contra
Northumberland enfurecido. Que el cielo se estrelle contra la tierra!
Que la mano de la naturaleza cese de contener la ola salvaje! Que el
orden perezca! Que el mundo no sea ya una escena donde las luchas
se suceden con lánguidos intermedios! Que el espíritu solo del primer
nacido Caín reine en todos los corazones, que los haga ávidos de actos
sangrientos y el duro drama concluya y las tinieblas sean el
sepulturero de los muertos!
TRAVERS.- Esa emoción violenta os hace mal, milord.
BARDOLPH.- Buen conde, no divorciéis vuestra dignidad de la
prudencia.
MORTON.- La vida de todos vuestros fieles partidarios pende de
vuestra salud, que, si os entregáis a ese desordenado dolor, no podrá
menos que decaer. Medisteis las consecuencias de la guerra, milord y
contasteis las probabilidades de éxito antes de decir: alcémonos en
armas. Habéis previsto que, en la repartición de golpes, vuestro hijo
podía caer. Sabéis que, marchando sobre los peligros, en el estrecho
borde de un precipicio, era más probable que cayera en él en vez de
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