Page 213 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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               Enrique IV                             donde los libros son gratis

               PRÍNCIPE JUAN.- Nos encontramos como hombres que han olvidado
               el habla.
               WARWICK.- La recordamos; pero nuestro argumento es demasiado
               penoso para admitir mucha plática.
               PRÍNCIPE JUAN.- Bien, que la paz sea con aquel que nos ha sumido
               en la tristeza.
               LORD  JUSTICIA.- Que  la paz sea con nosotros y nos preserve de
               mayor tristeza.
               HUMPHREY.- Oh, mi buen lord, habéis perdido un amigo
               seguramente; me atrevería a jurar que, no es fingida la tristeza de
               vuestra cara; es sincera.
               PRÍNCIPE JUAN.- Aunque ningún hombre está seguro de la suerte
               que le espera, vos estáis en una fría expectativa. Eso me entristece en
               extremo; quisiera que no fuera así.
               CLARENCE.- Ahora tendréis que tratar bien a Sir John Falstaff,
               nadando así contra la corriente de vuestro carácter.
               LORD JUSTICIA.- Mis buenos príncipes, lo que he hecho lo he hecho
               honorablemente, guiado por la imparcial dirección de mi conciencia;
               nunca me veréis solicitar remisión por medio de indignos manejos. Si
               la verdad y la recta inocencia me fallan, iré a encontrar a mi señor el
               rey muerto y le diré quien me envió a reunirme con él.
               WARWICK.- He aquí el príncipe que viene.
                   (Entra el Rey Enrique V)
               LORD JUSTICIA.- Buen día y que Dios guarde a Vuestra Majestad!
               REY ENRIQUE V.- Este nuevo y esplendoroso adorno, la Majestad,
               no me es tan cómodo como pensáis. Hermanos, mezcláis algún temor
               a vuestra tristeza; esta es la corte de Inglaterra y no de Turquía; no
               sucede un Amurat a un Amurat, sino un Enrique a un Enrique. No
               obstante, estad tristes, mis buenos hermanos, porque, a decir verdad,
               eso os sienta bien. Lleváis el duelo de tan soberana manera, que quiero
               arraigar profundamente esa moda y llevarla en mi corazón. Estad,
               pues, tristes; pero no habléis de esa tristeza, mis buenos hermanos,

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