Page 7 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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               Enrique IV                             donde los libros son gratis

               a sus favores, viendo los ridículos humanos con implacable
               intensidad, pero dando alas gigantes al germen de todo sentimiento
               noble.- formando a Desdémona de una lágrima, a Miranda de un
               soplo, a Julieta de un beso, a Hamlet de una idea, a Iago de una
               sombra, a Hotspur de un ímpetu, a Falstaff de una sonrisa.
                   Qué nos importa saber más sobre él, si cuidó caballos a la puerta
               de un teatro si fue mal cómico, sí reemplazó a un amigo en una cita de
               amor, si vivió como un burgués enriquecido sus últimos años en
               Stratford? El contacto de su alma le tenemos en sus obras, contacto
               tan perenne e inmutable, que escapa el tiempo y al espacio, contacto
               que persistirá mientras el organismo humano no se modifique,
               mientras el hombre odie, ame, sueñe, delire, ambicione o niegue.




                                           II



                   Los dramas históricos de Shakespeare, especialmente los que se
               refieren a los anales de Inglaterra, tienen forzosamente un número
               más reducido de lectores, por la preparación indispensable que exigen,
               que sus tragedias de mera fantasía o las comedias de imaginación. La
               crítica, sin embargo, los coloca por lo menos, a igual altura que las
               concepciones  más  generalmente  celebradas  del  poeta.  El
               encadenamiento cronológico de esos dramas que empiezan con el
               «Rey Juan» y acaban con «Enrique VIII», parece darles a primera
               vista, cierto carácter de crónica rimada, a la manera de los viejos
               cronistas feudales. Sin embargo, jamás una mirada más intensamente
               clara e inteligente ha escudriñado con mayor vigor los hombres y los
               sucesos del pasado. Como para otro gran artista incomparable,
               Velazquez, para Shakespeare los acontecimientos humanos en todos
               los tiempos llevan el sello de nuestra miserable condición, sin que
               baste el prisma del alejamiento para revestirlos de los rasgos

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