Page 9 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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               Enrique IV                             donde los libros son gratis

               figura; el poeta agiganta aquellos contra quienes Enrique debe
               medirse, le da la sencillez, le da el buen humor que Michelet
               reconocía como el rasgo fundamental y característico del héroe
               verdadero, la extrema juventud, que es la adorable sonrisa del tiempo
               y el alma levantada y generosa del que marcha en la historia
               encarnando el ideal de un gran pueblo.
                   Enrique IV hizo morir de hambre a Ricardo II y usurpó su
               corona? Tal parece ser la verdad; pero Shakespeare no olvida que
               engendró al hijo glorioso y mitiga su crimen, alejando de él la
               responsabilidad inmediata, alegando las causas externas que hicieron
               imprescindible la resolución que llevó a Bolingbroke al trono y
               hospedando en el alma de este la duda sombría y el constante y
               callado torcedor del recuerdo.
                   Nortumberland, Worcester, el arzobispo de York, son los
               grandes señores feudales, sin concepción de la patria, sin más ley que
               su propia voluntad, sin lealtad más que para su interés inmediato,
               irresolutos por la incertidumbre de saber donde se encuentra aquel,
               traicionando por la inacción hasta su sangre misma y cayendo en el
               abismo por exceso de precauciones. Eso es lo que vive eternamente en
               Shakespeare: la inmutabilidad de sus caracteres. Tomad cualquier
               época de la historia humana, en cualquier región de la tierra, un
               momento de convulsión política y social, 1640 en Inglaterra, 1789 en
               Francia, 1848 en Hungría, más aún, si queréis usar el microscopio,
               1890 en Buenos Aires y veréis, al lado de los Hotspurs y los Douglas,
               que marchan impetuosos a la muerte, enloquecidos por la idea del
               triunfo, los Northumberland y los Worcester, irresolutos, inquietos,
               egoístas, azuzando las pasiones, prometiendo concursos y fallando el
               objetivo por la sinuosidad de la línea seguida.
                   Hotspur es el hombre de la naturaleza, el struggler primitivo; su
               alta cuna, su educación, la atmósfera ambiente, el amor de una mujer
               superior, apenas han modificado en la superficie su ruda y brusca
               organización. No tiene sentidos para todo lo que es ornato del espíritu

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