Page 11 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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a sus pies sus melodías galeses para hacerle comprender en el divino
idioma lo que su lengua no puede explicarle.
III
Por fin, Falstaff. Es una creación única en la historia literaria.
Como lo observa Campbell, la antigüedad no ofrece nada parecido; es
el antepasado de todo lo que el teatro y la novela occidentales han
producido de análogo, Scapin, Leporello, Sganarelle. Pero ninguno
tiene su amplitud, ninguno se mueve en el soberbio cuadro del que es,
al par de contraste, punto culminante. Pero Falstaff es inglés, se dice.
Su enorme bufonería, su absoluta aberración moral, sus vicios
innobles, chocan y sublevan el alma latina, que en toda concepción de
arte exige medida, gusto y delicadeza. Los compatriotas mismos de
Shakespeare han encontrado monstruosa la creación por momentos;
pero al fin, el buen humor del viejo calavera, su espíritu siempre
alerta, su franco epicureismo, han hallado gracia, aun ante los jueces
más severos.
Bien entendido que para no pocos ingleses también, nosotros, los
que no hemos tenido el insigne honor de nacer en tierra británica,
debemos renunciar a la pretensión de comprender a Shakespeare y
especialmente a Falstaff. Esa división por estancos del espíritu
humano, a la manera de los compartimientos de un barco, es una
preocupación general. Los italianos sonríen cuando nos ven leer a
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