Page 85 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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               Enrique IV                             donde los libros son gratis

               FALSTAFF.- Qué tal, chico? Soplan los vientos de ese lado? Debemos
               marchar todos?
               PRÍNCIPE, ENRIQUE.- Sí, dos a dos, a la moda de Newgate.
               POSADERA.- Milord, por favor, oídme.
               PRÍNCIPE ENRIQUE.- Qué dices, mistress Quickly? Cómo va tu
               marido? Le quiero bien, es un hombre honrado.
               POSADERA.- Mi buen señor, oídme.
               FALSTAFF.- Déjala, te lo ruego y escúchame.
               PRÍNCIPE ENRIQUE.- Qué dices, Jack?
               FALSTAFF.- La otra noche me dormí aquí, detrás de la cortina y me
               robaron los bolsillos; esta casa se ha convertido en un burdel y se roba
               a mansalva.
               PRÍNCIPE ENRIQUE.- Qué has perdido, Jack?
               FALSTAFF.- Me lo creerás, Hal? Tres o cuatro billetes de cuarenta
               libras y un anillo de mi abuelo.
               PRÍNCIPE ENRIQUE.- Una baratija, un objeto de ocho peniques a lo
               sumo.
               POSADERA.- Se lo he dicho, milord y le he dicho que así lo había
               oído decir a Vuestra Gracia y él habló de vos de una manera villana,
               como un indecente mal hablado que es; agregó que os habría azotado.
               PRÍNCIPE ENRIQUE.- Cómo, dijo eso?
               POSADERA.- No hay en mí fe, ni verdad, ni sexo, si no lo dijo.
               FALSTAFF.- No hay mas fe en ti que en una ciruela cocida, ni más
               verdad que en un zorro  forzado y en cuanto al sexo, la doncella
               Mariana haría mejor que tú la mujer de un gendarme. Vete de aquí,
               especie de cosa!
               POSADERA.- Cómo, cosa? Qué cosa?
               FALSTAFF.- Qué cosa? Pues algo así, como un reclinatorio.
               POSADERA.- Yo no soy algo así como un reclinatorio; bueno es que
               lo sepas, soy la mujer de un hombre de bien; y, puesta a parte tu
               calidad de hidalgo, eres un bellaco en darme ese nombre.



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