Page 55 - 13 EL MERCADER DE VENECIA--WILLIAM SHAKESPEARE
P. 55
PORCIA.- Suplico humildemente a vuestra gracia que tenga a bien
excusarme. Tengo que ponerme esta noche en camino hacia Padua, y es
necesario que parta inmediatamente.
DUX.- Deploro que no dispongáis de tiempo para quedaros. Antonio,
recompensad a ese caballero; pues, a mi juicio, le debéis mucho.
(Sale el DUX con su séquito.)
BASSANIO.- Dignísimo caballero; por vuestra discreción, mi amigo y
yo nos hemos librado de castigos crueles. En recompensa, estos tres
mil ducados, que eran del judío, los concedemos libremente a
vuestros amables servicios.
ANTONIO.- Y además, y por encima de todo, quedamos para siempre
vuestros deudores en afecto y devoción.
PORCIA.- Está bien pagado el que se halla contento de sí. Yo lo
estoy por haberos librado; y, en consecuencia, me tengo por bien
pagado; mi alma no se ha mostrado nunca más mercenaria. Procurad
reconocerme, os lo ruego, cuando vuelva a encontraron. Os deseo
salud, y ahora me despido de vos.
BASSANIO.- Mi querido señor, permitidme que insista todavía cerca
de vos; aceptad de nosotros algún recuerdo como homenaje, si no como
honorarios. Concededme dos cosas, os lo suplico: no desairarme y
excusarme.
PORCIA.- Me apremiáis mucho; es forzoso, pues, que ceda. (A
ANTONIO.) Dadme vuestros guantes; los llevaré como recuerdo
vuestro. (A BASSANIO.) Y por vuestro afecto aceptaré ese anillo.
No retiréis vuestra mano. No tornaré nada más. Y vos, por amistad
mía, no me lo negaréis.
BASSANIO.- Este anillo, mi buen señor, es una bagatela. ¡Ay!, me
avergonzaría de dároslo.
PORCIA.- No quiero más que ese anillo. Estoy ahora encaprichado con
él.
BASSANIO.- Tiene para mí un precio muy por encima de su valor. Haré
buscar y os daré el anillo más rico que haya en Venecia; pero por
este os ruego que me excuséis.
PORCIA.- Veo, señor, que sois liberal en palabras; sois vos quien
me ha enseñado a mendigar, y ahora me parece que me enseñáis cómo se
debe responder a los mendigos.
BASSANIO.- Mi buen señor, este anillo me fue dado por mi mujer, y
cuando me lo puso en el dedo me hizo jurar que jamás lo vendería, lo
daría ni lo perdería.
PORCIA.- Esa es una de las excusas que sirven a muchas gentes para
negar sus dádivas; pero si vuestra mujer no está loca, y sabe cuánto
he merecido este anillo, no permanecerá siempre enojada con vos por
habérmelo dado. Está bien. Quedaos en paz.
(Salen PORCIA y NERISSA.)

