Page 116 - Los Humanoides - Jack Willianson
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Claypool tomó a la niña en brazos y trató de saltar,
pero la máquina le cerró el paso, separándolo del
edificio. El astrónomo intentó volver sobre sus pasos, y
el monstruo mecánico se adelantó a sus movimientos.
Claypool dio un esguince y fingió que se dirigiría
hacia la derecha, corriendo hacia la izquierda. La
excavadora pareció vacilar; el astrónomo siguió hasta
el borde de la barranca, pero tropezó y cayó de rodillas,
sintiendo que aquel monstruo mecánico se le acercaba.
Con un sollozo, sin soltar a la niña, Claypool se
incorporó y la excavadora lo empujó hacia el borde del
barranco, ahogándolo con las nubes de polvo que se
alzaban en derredor suyo. Las aguzadas piedras
habían lacerado sus pies hasta el extremo de que el
dolor casi no lo dejaba mantenerse erguido; la criatura
que llevaba en sus brazos se había convertido en una
carga muerta, que se limitaba a sollozar:
—¡Por favor, señor White! ¡No puedo detenerla!
La máquina estaba cada vez más cerca; Claypool se
sentía desfallecer, cubierto de transpiración barrosa y
empapado en la sangre que manaba de sus rodillas y
pies
—¡Alto! —exclamó de pronto Aurora—. ¡El señor
Overstreet dice que nos detengamos¡
Claypool dejó de correr y parpadeó. La máquina
los había llevado hasta un punto donde terminaba la
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