Page 158 - Los Humanoides - Jack Willianson
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rojizo y capa plateada. El astrónomo corrió hacia los
barrotes de su jaula y gritó:
—¡White! ¡White!... ¿Qué hace aquí?
Pero el gigante siguió de largo, con paso mecánico.
Claypool sintió que todo su resto de esperanza
desaparecía y se dejó caer al suelo, aferrado a los
barrotes. Había visto los ojos azules del pelirrojo,
donde antes se reflejaba el fuego de su pasión anterior.
Ahora estaban apagados, más allá de toda esperanza o
de cualquier otro sentimiento de amor u odio.
El viejo enemigo de los humanoides se había
convertido como Aurora en un nuevo muñeco
mecánico. Y no estaba solo. Tras él marchaban en fila
Graystone, Overstreet y Ford, apáticos, serenos, con la
gracia de los muñecos mecánicos que los derrotaran.
Claypool no encontró voz para llamarlos; de
cualquier manera no lo hubieran reconocido.
La voz del humanoide lo hizo sobresaltar. —Usted
necesita un baño, masajes y descanso, señor.., Se
encuentra en muy malas condiciones físicas.
El astrónomo obedeció sin preocuparse por lo que
los autómatas que lo rodeaban harían.
Una vez en la cama, cerró los ojos y trató de aislarse
de. aquellas tinieblas opresoras. Todo estaba perdido,
pero seguía siendo un hombre de ciencia, y tenía el
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