Page 162 - Los Humanoides - Jack Willianson
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Entonces  descubrió  que  no  podía  hablar.  El  frío


            parecía  haber  absorbido  todo  su  aliento.  Su  pecho

            estaba  seco  y  sus  pulmones  parecían  a  punto  de

            estallar. Ningún sonido salió de sus labios helados. Sin


            embargo, la niña lo comprendió, porque respondió:


                    —¡Oh, yo sé dónde estamos! —Claypool advirtió

            que  tampoco  ella  había ʺhablado   con  su  voz,  pero
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            comprendió  perfectamente  lo  que  le  quería  decir—.


            Este es el planeta donde yo venía a buscar el mineral

            que necesitaba el señor White. ¡Y ahora no podemos


            regresar  a  la  caverna  porque  los  humanoides  nos

            atraparán!


                    Entonces  el  astrónomo  comprendió.  Estaban


            perdidos en un mundo alejado de la galaxia, un mundo

            muerto y frío.


                    —¡Hace tanto frío; —gimió la criatura—. Yo puedo

            ayudarnos a mantener trazas de calor durante un rato,


            pero  después...  ¿qué  haremos?  Claypool  sacudió  la

            cabeza.


                    —¡Ni  siquiera  sé  como  llegamos  hasta  aquí!  —


            murmuró. La niña estaba rígida, helada, envuelta en

            aquel  saco  de  cuero  demasiado  grande  para  ella.  Su

            cinta escarlata se había congelado entre sus cabellos.


                    —¿Puedo  ayudarte?  —inquirió  el  astrónomo,


            sabiendo que por algún milagro parafísico Aurora los






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