Page 76 - Los Humanoides - Jack Willianson
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Un  aparato  de ʺAla  4ªʺ  ya  estaba  posado,


            sobrepasando a los familiares cohetes interplanetarios,

            que estaban amontonados a su alrededor con aspecto

            humilde.  La  astronave  de  los  humanoides  era  tan


            monumental que su proa dirigida hacia lo alto tocaba

            las bajas nubes.


                    —Es          grande,           ¿eh?         —comentó                el       chófer,

            volviéndose para mirar.



                    El astrónomo vio cómo las puertas laterales de la

            astronave se abrían para dejar pasar a las hordas de

            seres  mecánicos,  que  descendían  en  cantidad


            asombrosa.  Todos  eran  idénticos,  más  pequeños  que

            los  hombres,  graciosos  y  ágiles.  Perfectos.  El  sol


            brillaba sobre las placas que llevaban sobre el pecho

            con su número de orden. Desde la parte superior de la

            gigantesca máquina pronto otros aparatos descargaron


            paquetes, cajones y bultos.


                    Aquello era toda pura nueva tecnología en acción:

            Claypool, que siempre se había sentido fascinado por

            la técnica, bajó del auto para ver mejor.



                    La primera línea de humanoides llegó hasta el sitio

            donde  estaba  parado  el  astrónomo,  llevando  sus

            cajones con aparatos. Su actividad silenciosa recordó a


            Claypool  a  las  filas  laboriosas  que  salen  de  un

            hormiguero.







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