Page 77 - Los Humanoides - Jack Willianson
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Observando aquella eficiencia, Claypool comenzó
a experimentar el vago impacto del terror. Eran
demasiados, Y sobre todo, demasiado fuertes y
rápidos. Perfectos. La advertencia de White parecióle
ahora más real y presente. Por fortuna el presidente le
había permitido preservar el Proyecto Rayo.
Estremeciéndose, regresó al automóvil.
—¡Vamos! —ordenó secamente—. ¡Rápido!
De regreso en Starmont, Claypool tardó tres días
en modificar los proyectiles rodomagnéticos y
adaptarlos a su nueva función. Durante ese tiempo no
durmió y se alimentó casi exclusivamente con café y
píldoras antiácidas. La estrella Ala estaba a doscientos
años luz de distancia, pero aquellos mortíferos
proyectiles tenían su propia geometría y viajando por
una distinta dimensión podían llegar en contados
segundos a destino.
Cuando el tercer proyectil estuvo; listo, Claypool
se acostó sin quitarse el mameluco de trabajo,
durmiéndose instantáneamente. El despertador
pareció sonar casi de inmediato, y al mirar la hora,
advirtió que eran las nueve del día siguiente.
Un breve mensaje enviado por el ministro de
Defensa le informó que debía tener preparado
Starmont para la llegada de un humanoide que iba a
inspeccionar las instalaciones.
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