Page 176 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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mucho con que divertirse y llegué a admirar aquel


              estoicismo,  la  terquedad  con  que  rechazaban


              dejarse tragar todavía por el universo.




                     Como nosotros.




                     Así  que  cuando  cogía  el  cuerpo  rechoncho


              entre las manos y golpeaba la cabeza contra una


              piedra  decía  gracias,  colega,  porque  sabía  muy


              bien lo que es no estar aún preparado.




                     Silbé.  Jasper  estaba  casi  sordo  pero  no  sé


              qué tienen los silbidos que activan una parte de


              su cerebro más profunda que el oído, así que se


              estiró  y  se  levantó  trastabillando  un  poco  y  se



              sacudió  y  vino  trotando  tan  contento  y  le  di  el


              pescado,  que  pesaría  sus  buenos  tres  kilos.  Lo


              fileteé, le di dos tajadas de carne gris, la cabeza y


              la  cola,  y  lancé  la  raspa  al  arroyo.  El  siguiente


              que  pesqué  lo  abrí  y  lo  limpié  y  el  estómago


              estaba  lleno  de  mosquitos  y  unos  pocos


              cangrejos de río grandes.




                     Se  acercaba  la  noche.  Llevaba  toda  la  tarde


              dentro  del  agua  y  sentía  su  frío  abrazo  en  las



              rodillas y los muslos, pero los pies hacía mucho


              que se me habían quedado insensibles, sumidos


              en un calor inerte. Me estaba empezando a helar.






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