Page 422 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
P. 422

adiós para siempre.




                     Nos  terminamos  el  venado,  todo  salvo  la


              cecina  que  guardábamos  para  el  viaje,  y


              sacrificamos  una  oveja,  que  era  lo  que


              llevábamos  comiendo  dos  días  con  patatas  del


              verano pasado y las hortalizas nuevas: lechuga,


              acelgas,  guisantes.  Los  días  eran  calurosos;  el


              arroyo, un lento regato, y las noches, cálidas. Ella


              llegó un poquito después de oscurecer, después



              de que me hubiese acomodado en la hamaca con


              el  saco  de  franela  debajo,  solo  con  la  camisa


              puesta. Ella llevaba una camisa de hombre larga,


              su  mano  se  acercó  a  mi  cara,  me  acarició  la


              mejilla,  me  agarró  un  mechón  de  la  barba  y  dio


              un  tirón  que  me  hizo  reír.  El  cuarto  menguante,


              como  un  buque  faro  rojizo  flotando  sobre  el



              cañón, me permitía verla con claridad. Traía una


              manta.  La  extendió  en  el  suelo  al  pie  de  la


              hamaca  y  se  tumbó  boca  arriba,  con  la  cabeza


              apoyada en una mano. Ella miraba la luna y yo la


              miraba a ella. Saqué el pie descalzo por el borde


              de la hamaca y lo apoyé en la lana de la manta y


              empujé para mecerme.




                     ¿Te haces el difícil?, murmuró.










                                                                                                           422
   417   418   419   420   421   422   423   424   425   426   427