Page 430 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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amarga, que se agradecía más que nada por lo


              que tenía de ritual, supongo.




                     Aquella  mañana  me  levanté  despacio,  me


              estiré e hice inventario: ¿Los brazos siguen en su


              sitio, Hig? Afirmativo. ¿Y las piernas? Afirmativo.


              ¿No has volado en mil pedazos? No. ¿El corazón


              sigue  en  su  sitio?  Nunca  antes  te  lo  habías


              preguntado, ni después. Sí, sigue estando en su


              sitio. Un poco alborotado, un poco más lleno. Más



              ligero y también más pesado, qué cosa más rara.



                     Estaban  junto  al  fuego.  Olía  a  carne  asada.



              Me lavé la cara, el pecho, me mojé la cabeza, me


              sequé con la camisa y me acerqué al fuego.




                     Buenos días.




                     El  Abuelo  hizo  un  gesto  con  la  cabeza.  Ella


              estaba en cuclillas, a punto de echar un trozo de


              leña al fuego y un golpe de la brisa del amanecer


              le  hizo  apartar  la  cara.  Echó  el  leño  con  una


              mueca.




                     Buenos días, dije.




                     O no me oyó por culpa del humo o no pudo


              contestar. Se levantó con una mueca congelada


              en  la  cara,  se  apartó  del  humo  y  se  llevó  los







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