Page 431 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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nudillos a los ojos llorosos.
Buenos días, dije.
Se secó las lágrimas y me miró con los ojos
irritados, parpadeando. Soltó un suspiro. No dijo
una palabra. Cogió la tetera humeante de un
tocón, sirvió una taza y me la dio sin mirarme.
La carne se va a quemar, dijo. A su padre o a
mí o a nadie. Parecía enfadada.
Ya la saco, dije. Fui a por el tenedor largo
pero ella me apartó la mano con el antebrazo,
cogió el tenedor y les dio la vuelta a las chuletas
sobre la parrilla.
Relájate, dijo.
Me quedé helado. Miré al Abuelo, que se giró
educadamente con una expresión vacía y se
puso a observar la pared del fondo de la
quebrada mientras daba un sorbito a la infusión.
Otra vez:
Relájate, anda. Las chuletas estarán
enseguida.
Suspiré, me giré yo también y me puse a
observar la pared que tanto interesaba al Abuelo.
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