Page 432 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
P. 432
¿Los brazos en su sitio? ¿Hig? Sí, sí. ¿Y las
piernas? Sí. Pues qué más quieres. Date con un
canto en los dientes.
Tenía ganas de llorar. El humo me daba en la
cara y lo aproveché para disimular. Así están las
cosas, pues.
Después de desayunar en silencio, de
masticar en silencio, me llevé los platos al arroyo
como siempre: tres platos, tres tazas, tres
navajas plegables, tres tenedores, el tenedor
largo. Esperé a que el fuego limpiara la parrilla.
Esparcí la arena fina sobre los platos esmaltados
y froté para quitar la grasa. Céntrate en lo que
estás haciendo, Hig, concéntrate. El agua.
Parecía templada. Más caliente. Era una pena,
era una mierda. Hundí los dientes de los
tenedores en el fondo de guijarros y los limpié
con los dedos. Joder. Respiré. Cuando terminé lo
dejé todo en la mesa de tablones para que se
secara. El Abuelo pasó a mi lado con la pala y el
fusil colgado al hombro.
Voy a la carretera, dijo. El día que nos
marchemos no quiero ir hasta allí para
encontrarme con que está hecha una ruina
432

