Page 429 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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avergonzar a su padre, se levantó, se abotonó la
camisa y volvió a donde dormía las noches
cálidas, unas mantas tendidas en el prado sobre
un lecho de agujas de ponderosa. Decía que le
gustaba dormir bajo las estrellas, para verlo todo.
Pero yo creo que la respiración de los animales la
reconfortaba, los mordiscos rítmicos en la hierba,
por la noche siempre había dos o tres pastando a
su lado, a su alrededor. Y él roncaba, dijo. Al
apuntar el alba el Abuelo fue al arroyo, como
todos los días, y oí sus chapoteos sobre el ruido
de la corriente, lo oí lavarse los dientes con un
cepillo hecho polvo, carraspear y escupir, toser.
Y la oí a ella, la oí darle los buenos días, abrí
los ojos y vi que llevaba la camisa, pero ahora
también los pantalones, debía de dejarlos al lado
de la cama. La maravillosa satisfacción de verla
así, en medio del mundo, por limitado que fuera.
Conociéndola como la conocía ahora. Cerré los
ojos para seguir dormitando. Nunca me dejaba
encender el fuego por la mañana. De eso me
encargo yo, insistía. Es un ritual. No molestes.
Tenemos nuestra organización. Relájate. Sigue
durmiendo. Y yo obedecía. Cuando me levantaba
ella siempre tenía preparada aquella infusión
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