Page 445 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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Serás la copiloto. Últimamente no tenía.
Cebé el motor tirando de la dura palanca,
escuché el ruido de la gasolina llenando el
carburador y volví a empujar el cebador. Repetí.
Encendí el interruptor general. Se oyó el zumbido
del giroscopio al dar vueltas. Giré la llave en el
contacto, empujé el acelerador un centímetro
hacia delante, puse los pies en los frenos y pulsé
el botón de arranque.
Un par de toses, dos vueltas de la hélice y le
di gas, y la Bestia arrancó y rugió y tembló.
Temblamos todos: yo, Cima, los corderos. Las
avionetas se exaltan al arrancar. Son como un
auditorio completo aplaudiendo de pie. Grandioso
y un poco intimidatorio. Tiré del acelerador para
poner a la Bestia al ralentí y reducir aquel ruido,
aquella impetuosidad, para que temblase en vez
de agitarse. Dejé que se calentase un poco el
motor, comprobé que el indicador de la presión
del aceite bajaba hasta la zona verde.
Bueno, grité, vamos a repasar la lista de antes
de despegar.
Tenía que gritar porque ya solo llevaba
conmigo unos auriculares. ¿Para qué iba a llevar
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