Page 447 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
P. 447
vez, siempre que podía.
El termómetro exterior marcaba once grados.
Estupendo. Tiempo fresco y agradable. Aire más
pesado. Solté los frenos y la Bestia empezó a
rodar. Guiándola con los frenos, la llevé dando
tumbos por el matorral hasta la pista recién
despejada, luego la dirigí hacia el extremo este y
la hice girar en el círculo que habíamos limpiado
de maleza. Quedó orientada hacia el oeste. El sol
quedaba a nuestra espalda y dibujaba largas
sombras con los arbustos. El amanecer del
altiplano, acre y fresco. Frente a nosotros, al otro
lado del prado, los cedros que eran nuestra
barrera, el listón que había que superar.
Cima levantó el pulgar para animarme.
Comprobé la rueda del estabilizador por última
vez, empujé el acelerador hacia el panel, le eché
un ojo a la presión del aceite, la Bestia rugió, se
puso a temblar. Grité: ¡Dios es grande! Solté los
frenos.
No sé por qué grité aquello. Podrían haber
sido mis últimas palabras. No es que tuviese la
yihad en mente, lo que pensaba era: Hig, esto no
lo probaron nunca los tíos de las batas blancas
447

